Iniciamos la travesía con calma, disfrutando del entorno y cogiendo poco a poco el ritmo de paleo. El cayac “desliza” bien y rápido por un pantano totalmente llano y el tiempo acompaña pese a las previsiones. En estas condiciones aprovechamos para probar suerte con el tema de la pesca y arrastramos nuestros señuelos en busca de la cena. Pero como nos dijo un guía de pesca de Mequinenza: “La pesca no es una cuestión de suerte….”, y nuestra cena de hoy volverá a consistir en pasta hervida con atún en conserva como sustituto del Lucio-perca del Ebro.
Y precisamente en este punto del viaje tuvimos nuestro segundo desengaño con el tema de la pesca: Cada uno de la infinidad de puestos de pesca que jalonan ambas orillas del rio es un autentico vertedero basuras. En ellos se acumulan todo tipo de desechos; desde embases hasta restos de comida pasando por utensilios de camping. Es evidente que no se puede generalizar, y que en todos los colectivos la mayoría miembros respetan el medioambiente, pero la minoría que no lo hace desprestigia al resto.
Por fin llegamos a la presa de Ribaroja, el primero de nuestros “retos” en esta travesía. A pesar de haber buscado información al respecto, no tenemos claro como “saltaremos” la presa. Según las imágenes del Google Earth y alguna foto, la opción más factible parece ser saltarla por la izquierda, pero ahora que estamos frente a ella no esta tan claro.
Al final el primer “Salto” ha salido más “barato” de lo que esperábamos, en poco menos de 2 horas ya tenemos de nuevo los cayacs en la orilla del rio dispuestos para la navegación. Pero eso quedara para el día siguiente, ahora toca montar el campamento y cenar.
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