durante este viaje, con la “tranquilidad” de que el rio discurre ya sin interrupciones hasta el mar. Esta será sin duda la etapa más urbana de la travesía, la geografía se relaja facilitando la proliferación de grandes ciudades a las orillas del rio. Desgraciadamente, aun hoy, la actividad industrial y humana se hace evidente desde nuestras embarcaciones. Al paso por las proximidades de algunos de los polígonos industriales ubicados a orillas del rio, el mal olor y la suciedad del agua, dejan de manifiesto el largo camino que nos queda por recorrer hasta lograr un equilibrio sostenible y de respeto con la naturaleza.Pronto llegamos a Tortosa. Y aunque ya lo había visto anteriormente, he de reconocer, que la vista del monumento franquista a los “caídos por Dios y por España” desde el kayak, impresiona más si cabe. En mi opinión, resulta inconcebible, que hoy en día perduren estos monumentos homenajeando a un régimen golpista que tanto daño y sufrimiento causo a tantas personas.
Devuelta al relato de esta etapa, poca cosa más a remarcar. Un día relajado de remo por las aguas tranquilas del, cada vez más evidente, delta del Ebro.
El paso por Amposta, nos hace recordar el estado tan diferente en el que se encontraba el rio en nuestro anterior intento de descenso. Cuando después de varios días de intensas lluvias, en la parte alta de su cuenca, el rio bajaba totalmente desbordado en algunos tramos. Lo que nos obligo a tomar la sabia y prudente decisión de abandonar nuestro intento.Ya en la isla de Gracia, nos concentramos en buscar un lugar idóneo para montar nuestro campamento. Tras valorar varia posibilidades, la isla de Gracia está ocupada por explotaciones agrarias, y puestos de pesca de Angulas casi en su totalidad, nos decidimos por una zona en los límites de un campo de mandarinas. Por suerte a dejado de llover, y podemos montar el campamento con toda tranquilidad, y cenar fuera de la tienda.
Menú del día: “macarrones de rivera”.
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